Distinguido lectores:
UNO CORPORACIÓN INMOBILIARIA, la inmobiliaria de los cruceños, se enorgullece de presentarles una breve reseña histórica de los meses previos a la fundación de Santa Cruz de la Sierra, el 26 de febrero de 1561, en las palabras del destacado escritor y geólogo cruceño, Germán R. Carrasco Ardaya, quien fue condecorado por la Sociedad de Estudios Geográficos e Históricos de Santa Cruz (fundada en 1903) con el grado de “Gran Cruz del Oriente” el 2017 por sus esfuerzos en la promoción de los valores históricos y culturales de nuestra tierra.
Obra: Fundación de Santa Cruz de la Sierra y su Lucha colonial y republicana, Germán R. Carrasco A., 2018, págs. 56 y 57::
A finales de diciembre (1560) Chaves retorna nuevamente la región de los quibaracocies donde dos meses antes había dejado a un grupo de españoles, nativos preparando la probable zona para el asentamiento poblacional de lo que sería la futura capital de la extensa Provincia y Capitanía General de Mojos, y todavía logró entrar en contacto con una serie de tribus indígenas de la región con las que virtualmente pactó la tan ansiada como esperada fundación. La fundación de Santa Cruz de la Sierra fue pues una fundación verdaderamente consensuada.
Poco tiempo después, a fines de 1560, asume el Virreinato del Perú, Don Diego López de Zúñiga en reemplazo del marqués de Cañete, y una vez delimitada la zona entre Manso que por supuesto no quedó en absoluto nada conforme con la división territorial con Chaves; Por esa razón las disputas entre ambos personajes lamentablemente continuaron por un cierto tiempo, así el primero se quedó con todo el Chaco, más o menos a partir de lo que hoy es el pueblo de Gutiérrez hacia el Sur, además del río Guapay y una extensa llanura boscosa o Chaco que sería conocida como los llanos de Manso.
En cambio, a Chaves le correspondió quedarse con Mojos y Chiquitos, ordenándole que se aleje de los contrafuertes andinos. Esta división fue oficialmente refrendada por la flamante Real Audiencia de Charcas recién en 1562 cuando comenzó a operar como tal.
Andrés Manso, que de manso no tenía nada, era una persona naturalmente conflictiva que a lo largo de su campaña se granjeó muchos enemigos personales, nunca pudo mantener buenas relaciones con ninguno de los caciques de la zona y además era autoritario y prepotente, a diferencia de Ñuflo de Chaves que era afable, diplomático pero firme en sus propósitos y que a lo largo de su vida supo relacionarse con la mayor parte de la gente con la que tuvo tratos.
Así de este modo y dando continuidad a las labores exploratorias llevadas a cabo desde agosto hasta diciembre de 1560, durante los primeros días de enero de 1561 Chaves emprende una marcha bien decidida, planificada y definida hacia el Este, es decir a la tierra de los quibaracocies con 76 soldados entre peruanos y paraguayos, acompañado de la gente asuncena que todavía le quedaba y además de los muchos indios itatines y otros más que anteriormente había dejado en La Barranca.
A los que en el camino se le agregaron los gorgotoquis y algunas otras tribus más que voluntariamente habían consensuado el año anterior con Chaves sobre este pacífico y masivo asentamiento humano que debía consolidarse con la fundación de una nueva ciudad bajo la señal de la cruz y el gobierno real español.
Luego de caminar unas 150 leguas hasta la falda del cerro Turubó, siguieron unos pocos kilómetros más hacia el Sur llegando hasta la orilla del arroyo Sutós precisamente al sitio donde ya se habían realizado trabajos de limpieza desde octubre del año anterior.
Ahí, sin ningún tipo de improvisación ni preámbulos y con el consentimiento de la mayoría de las tribus del entorno geográfico, el soleado día del 26 de febrero de 1561 con todas las solemnidades de rigor y en el nombre de Dios y del rey de España, Ñuflo de Chaves funda por fin la ciudad jardín de Santa Cruz de la Sierra.
Esta fundación en el corazón de América marcó un verdadero hito histórico y geográfico, porque el nacimiento fue por parto normal ni fórceps, ni con cesárea, dando lugar a un nacimiento único en aquellos alejados lugares, de una ciudad que por ventura o por designio de Dios, se encuentra en el centro de América del Sur, poniéndole por nombre el de su querido solar nativo. Y para completar su acción, se legalizó la situación del territorio mediante Real Cédula del 29 de agosto de 1563 emitida por la entonces flamante Real Audiencia de Charcas.
La fundación de Santa Cruz de la Sierra a diferencia de otras fundaciones, estuvo fuertemente influenciada y determinada por la masiva presencia de una numerosa población nativa aventura y también por los relativamente pocos españoles que finalmente participaron de la aventura de Chaves, que nació con una extensión territorial fuera de lo común (1’700.000 km2) por lo que permanentemente ha sido motivo de envidia de otras regiones de la misma Audiencia que, naturalmente, por estar enclavadas entre montañas no podían tener la misma extensión.
En 1561 y por razones de sostenimiento y defensa de plaza, La Barranca de Manso fue trasladada por Chaves a Nueva Asunción o la Barranca de Chaves, que estaba al otro lado del río, constituyéndose desde entonces ambos asentamientos en una sola población, la misma que fue habitada por un espacio de tiempo de alrededor de unos tres años más al mando de Don Hernando Salazar, para después ser abandonada definitivamente.
En los últimos 50 años, nuestra Santa Cruz de la Sierra y por consiguiente el departamento de Santa Cruz, ha pasado de ser una ciudad fronteriza para constituirse en la capital de la industria petrolera, agroindustrial y en el centro de actividad empresarial del país.
Su pujanza es la mejor evidencia de crecimiento económico. Es el municipio que más aporta al Producto Interno Bruto (PIB) del país, con un 22%, seguido por La Paz (13%), El Alto (7%) y Cochabamba (6%), según datos del Plan de Desarrollo Integral.
¡Viva Santa Cruz de la Sierra, capital de Santa Cruz!